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sábado, 23 de enero de 2010

Capítulo2- La fuente de la vida.



CAPÍTULO 2.
Dentro de la cascada avisté que la cueva era un palacio. El mármol bañaba las paredes y había grandes pilares en fila que sostenían lo que parecía ser una segunda planta. El suelo estaba cubierto por losas de oro y plata y al fondo había dos tronos. En las paredes colgaban cuadros de sucesos en esa isla. Como el coronamiento de algún rey o reina. Veía a ninces que paseaban por allí con lujosos vestidos, pareciendo más hermosos.
Andamos hacia el trono por una alfombra roja en la que los bordes tenían bordados hilos de oro; al llegar al trono pude distinguir que estaba sentada una nince de avanzada edad, pero hermosa. Vestía de burdeos y un corsé hacía resaltar su figura. Iba descalza, una cosa que pude ver entre todos ellos.
Habían unas mujeres centelleantes, -las doncellas de la reina diría yo- que le peinaban sus cabellos lisos y color azabache.
-Majestad -saludó con una reverencia mi acompañante. Me miró de reojo para que hiciera lo mismo, pero me quedé paralizada con tanta hermosura en un mismo habitáculo.
-Xania, bienvenida. ¿Quién es esa Wanster? –preguntó con frialdad señalándome con un dedo.
-Humana, prefiero que me llame humana -le interrumpí a mi acompañante, que parecía llamarse Xania, antes de ella hablar, mirando a la reina, de la que todavía desconocía su nombre.
Xania me miró de reojo con frustración aunque en sus ojos había una chispa de apaciguamiento.
-En una de nuestras expediciones a la tierra de los Wansed, vimos que esta muchachita se coló en nuestro barco, pero al tocarla pude interceptar su aura…-me señaló aunque miraba con esperanza a la monarca.
-Un momento, yo no he sido informada de esa expedición. Ahora lo arreglaremos.
-Delante de la humana no, majestad. De todas maneras ¿de qué puede servirnos? –intervino ésta, monótona.
- Al tocarla, pude apreciar que tiene una imaginación mayor que la nuestra. Puede hacer que una guardia de soldados se levante y haga cosas extraordinarias; con sólo un poco de magia, papel y pluma –la interpelada hablaba con pasión en los ojos, como si estuviera interpretando, pero lo hacía con una naturalidad increíble.


-¿Y qué quieres que hagamos, pues?-habló levantándose y paseando la larga cola del vestido. Bajó las escaleras y me cogió la cara con dos dedos fríos.
Le quité la mano bruscamente y le miré con ojos desafiantes.
Profirió una sonrisa en sus finos labios y se detuvo a pensar, mirándome.
-Valla…Tiene carácter; y, además posee fuerza. Puedes quedártela, me ha demostrado lo que yo quería. Y sí, también he podido comprobar que tiene un don increíble, como tú decías. Enséñale la magia de los ninces - distinguí una sonrisa orgullosa y una mirada soberbia en su rostro.
De repente, me sentí alagada por esa persona que parecía ser soberbia.
-Gracias. Muchas gracias majestad. Se quedará todo el tiempo que haga falta hasta que le enseñe todo lo que esté en mí mano, y cuando esté preparada, se incorporará al ejército real.
Ahora era Xania la que hablaba. Me miraba de reojo y con alegría en su rostro.
-¿Qué me dices, Rebeca?
-¿Cuándo, cómo y dónde? ¡Quiero empezar ya! -y todos los allí presentes rieron al unísono.

Salimos de la cascada y por otro camino que nos llevaba a dentro de un espeso bosque, caminamos.
-¿A dónde vamos a ir?- interrogué.
-Pues, iremos a la residencia. Es un sitio donde los ninces sin familia habitan. También es allí donde se practica la magia y artes prácticas.
Asentí, y percibí que también el sendero era igual que el sendero de antes, sólo que no había ningún nince por allí.
Al llegar a la residencia, vi que se trataba de otra cascada. Descubrí que los ninces fabricaban las cosas iguales.
Entramos en la cascada –que tenía colores, también. –Y lo primero que nos encontramos fue una gran sala circular. Las paredes eran de ladrillos color madera oscura, y el suelo estaba hecho con losas que formaban un dibujo.
- ¿Qué es?- examiné. Hablaba tímidamente, pero era una cosa normal. Todo era nuevo para mí.
- Es el símbolo de los ninces. Si te das cuenta, lo que estás viendo es una jarra de agua echando gotitas. – Respondió suavemente.
Y pude comprender que lo que decía era verdad.
En las paredes se situaban muchas puertas en las que encima de ellas había palabras que carecían de significado para mí puesto que no lo entendía.
En una de esas puertas entramos y un gran pasillo luminoso pasamos.
-Xania, una pregunta, ¿Tenéis un idioma propio? Es que en las puertas vi palabras que no entendía y suponía que…
-Sí.- Me cortó ésta.- Tenemos una lengua propia, pero no la utilizamos. Al principio sí. Pero eso era cuando nuestra raza comenzó a independizarse. Después, la lengua fue evolucionando y al encontrar nuevos seres como vosotros, decidimos ocupar vuestro idioma. Aunque por supuesto, estudiamos nuestro lenguaje y toda nuestra historia está escrita en nuestra lengua.
- Valla…Eso explica los símbolos encima de las puertas.
Xania manifestó una risita. Para el poco tiempo que estaba con ella, me caía realmente bien. Quería contarle todo sobre mí. Era la única persona que se había dirigido hacia mí modestamente, y eso me gustaba.
Xania me mostró mi nuevo aposento.
Me levanté de mi cama y observé mi dormitorio.
Dormía en una residencia que se encontraba dentro de otra cascada.
Las paredes estaban cubiertas por espejos y, mi reflejo lo podía ver de todos los puntos de vista posibles. Los ninces dormían boca bajo. El pié lo tenían sujeto a un hilo de oro y una bola de cristal llena de agua se la ponían en la cabeza. Pero yo no era un Nince, era una humana, por eso con su fuerza telepática consiguieron levantar un lecho mullido y cómodo en apenas segundos, sólo para mí.
Pero antes de instalarme, le dije que antes de comenzar esta nueva aventura, debía decirle a mi padre que me iba.
-Tengo ganas de empezar ya. Es lo más emocionante que he vivido nunca. Una isla en la que habitan seres diferentes a mi especie. Una guerra que tendremos que librar, y, ¡seguro que ganaremos! Aprender todas vuestras costumbres y… magia -suspiré- en fin, un lugar maravilloso para mí.
-Veo que eres una chica afortunada. Y también aventurera -soltó una carcajada- bueno, tienes razón, tienes que comentarle a tu padre que te vas a ir un tiempo.
Asentí.
-Dime una cosa Xania. ¿Qué hacías en mi tierra, en un barco tan viejo y descuidado, y con esas Ninces? La reina dijo que no estaba informada, ¿qué hay de eso?- hablaba mientras despejaba la habitación de las cosas del nince ahora fallecido que habitaba allí antes.
-Andábamos buscándote a ti. Nos escapamos de la reina para poder encontrar una magia como la tuya. Un don del que nosotros carecemos.
-Bueno, ¿con qué vehículo vamos a llegar a Quirtu, mi ciudad.
-¿Quién ha dicho que necesitemos un vehículo?- sonrió.
-No sé… Supongo que un coche volador…
-Anda, menos mal que estás conmigo. Utilizaremos la magia.- Y la última palabra la incitó con misterio.
Antes de yo reaccionar, Xania me cogió de la cintura y mencionó una palabra: Yacta.
Cerré los ojos y lo siguiente que vi fue la puerta de mi casa.
Xania gracias a su magia hizo que atravesara la ventana que daba a mí dormitorio. El crepúsculo llegaba y mi padre pronto iría a algún bar cercano.
-Corre. No estoy utilizando mucha magia por si acaso. Date prisa y coge las pertenencias.
-Ya va.
Entré en el dormitorio y lo aprecié por última vez. Adiós mundo virtual.
Cogí los libros más apreciados. Una camiseta blanca de brillantina y una foto que encontré una vez de mi madre en el baúl de mi padre.
Antes de salir al salón, me encontré con el dibujo del niño humano. Lo contemplé tristemente.
Decidí llevármelo.
Sigilosamente penetré en el salón donde antes había dejado a mí padre, que ahora se encontraba sentado en eso a lo que los humanos llamaban sofá. Una mano asía un líquido verdoso que provenía de Wansed. Pero claro, La Tierra era el planeta donde nosotros adquiríamos los productos gastronómicos o de decoración. La ropa la obteníamos nosotros mismos, era la única operación que sabíamos realizar bien.
- Tráeme una cerveza humana niña.- Espetó sin dirigirme mirada alguna.
-Frax, me voy de este lugar- especifiqué sin ningún remordimiento.
-Vete a por la cerveza. Mañana tengo que instalarte en tu base de datos un programa que no diga mentiras- hablaba con brusquedad.
-Frax, me voy. Si no lo crees, no lo creas-zanjé.
-Tú no te mueves de aquí. ¿Me oyes?-dejó la botella que contenía el líquido verde y se incorporó.
-¿Y tú quién te crees que eres?- chillé.- Un maldito viejo borracho, que carece de sentimientos. Que lo único que le ha hecho a su familia ha sido hacer que caiga en una maldita desgracia. ¿Por qué Melissa murió? Eh Frax. ¿Fue porque me tuvo? ¡NO! Era porque no te soportaba. No tienes sentimientos, como la mayoría de los que habitan en este planeta.- voceé con las manos transformándose en puños.
La expresión de la cara de mí padre contenía cólera. Él estaba tiritando de ira. Y mientras yo le acusaba, él se acercaba lentamente.
Al ver que sus pasos se acercaban a mí, al ver que su puño ascendía para golpearme y, al ver que mostraba sus dientes despejando los labios, retrocedí. Pero no me iba a quedar parada mientras éste me pegaba e insultaba, no. Haría todo lo posible por recriminarle los daños que había sufrido por su culpa.
-¿Qué vas a hacer? ¿Me vas a pegar? ¿OTRA VEZ?- espetaba con una sonrisa de antipatía.
Éste gruñó.
-Todavía no sé por qué te tuve que comprar esos estúpidos libros humanos. ¡ABRE LOS OJOS, REBECA! Eres una Wanster. Nunca has sido una humana y nunca lo serás. Ahora deja de decir estupideces o…
-¿O qué? No te tengo miedo Frax. Te he tenido miedo todo este tiempo. ¡QUINCE AÑOS AGUANTÁNDOTE! Quince malditos años soportando el dolor. No te quiero, Frax. Y si piensas que estaré cautiva en esta mierda a lo que llamas hogar, estás equivocado-sentencié.
Cogió lo que los humanos llamaban lámpara y con un grito de rabia, lo alzó para luego golpearme. Pero, en el acto, una luz brillante deslumbró a mi padre y a mí. Quedé sumida en la oscuridad.
La historia con la que había soñado tantos años estaba empezando a escribirse y yo, era la protagonista.

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