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jueves, 28 de enero de 2010

Capítulo 5.

Capítulo 5.

A William lo acogió un hombre que tenía una pequeña niña. William jugaba con ella siempre y siempre le decía: Cuando seas mayor serás la más hermosa entre las mujeres. Ella le respondió una vez: ¿Y tú? ¿Estarás aquí conmigo, hermano?
William se sintió alabado puesto que la niña le había relacionado con un vínculo familiar.
El amor fraternal que se tenía mutuamente era impresionante. Y William cada día veía a su hermana crecer más y más.





Tuve una pesadilla esa noche.

Al principio vi a Xania, hermosa y esbelta. Me sonreía y me tendía la mano.

Yo al principio la rehuía pero al final se la di. Estaba cómoda junto a ella.

Me sentía agraciada por tener una madre o lo más parecido así.

Pero de repente, lo que antes era una muchacha nince se convirtió en mi padre.
Mi padre que tenía un cuchillo en mano y una sonrisa terrorífica.





Desperté del sueño gritando.

Respiraba entrecortadamente y pronto me tapé la cara con mis manos, comencé a llorar.

Una de las principales ideas que tenía al escaparme a la Isla Nince era escapar de las malhechoras garras de mi padre. Pero no podía. Su espíritu me encerraba en una jaula con llave.

No me liberaba de él. Nunca me liberaría, hasta en los sueños me acosaba.

-¡QUÉ HA PASADO!- Xania acababa de entrar velozmente a mi cuarto y llegó a mi cama.

Seguía respirando entrecortadamente y llorando.

-No me deja, no me deja. Siempre estará ahí, conmigo. – Sollozaba.

-Shhh….Tranquila mi vida. Todo pasó. – Se sentó en mi cama y me acogió en su regazo. – Veo que tu padre no te trataba bien. Sé que eres fuerte, pero no sabía que él podría romper ese campo.

- Es que… de la manera a la que me enfrenté con él… ¿y si viene? Xania, ¿y si viene y me atrapa? No volveré a ver más la luz.- Contemplé que en el balcón entraba los rayos de sol a raudales.- No quiero volverle a ver. Me ha hecho mucho daño.

-Tranquila cielo, yo me encargaré de que no lo veas. Te cuidaré como nadie lo haya hecho en su vida. Te lo prometo.
Hundí mi cara entre su lacio pelo negro y al cabo de minutos el sollozo se convirtió en un débil gemido. Xania se incorporó y yo la imité. No quería apartarme de ella.

- Antes de nada, iremos al Lago de La Vida, después te contaré dónde están las cosas de limpieza y te enseñaré unos cuantos nombres mágicos. La palabra que tenías en mente era una palabra mágica. Draid, significa volar.
Comprendí y la seguí.
Nos encaminamos hacía el Lago de La Vida y nos bañamos.
Esta vez no había nadie y podíamos estar solas y tranquilas, era muy temprano.

- Mira, para subirte el ánimo te daré otra clase de magia. Sabes que es una por semana pero bueno, haré hoy una demostración.

-No quiero que sientas modestia por mí.- Inquirí sombría.

-No lo hago. Sólo que es preferible que estés preparada para todo. Es lo mejor. Quien sabe…A lo mejor te pierdes y necesitas la magia…

-Tienes razón. ¿Qué aprenderemos?- me acerqué a una roca y salí de la espesa agua mágica.

-Pues te enseñaré las palabras básicas para controlar el agua. ¿Estás preparada para ver cómo lo hago y luego imitarme?- asentí.- Pues siéntate y disfruta del espectáculo.- Y me guiñó el ojo.

Velozmente, Xania se sumergió en el agua y gracias a la transparencia de la segunda y la luminosidad de la primera, pude ver que se estiraba rauda y nadaba como una sirena por todo el lago. No podía distinguir su figura, sólo veía un destello dorado que surcaba el gran lago a velocidad de la luz. Era increíble ver eso.
Sin embargo, a los cinco minutos de contemplación, su cara perlada asomó y profirió una sonrisa. Yo también le sonreí.

Se acercó a mí.

- ¿Sabes cómo hacerlo?
Negué con la cabeza.

- Es muy fácil, antes pensaste en la naturaleza del bosque y volaste, ¿no es así?
Bien, pues ahora lo que tienes que hacer es pensar en el agua, los animales que habitan en ella, las plantas de ella. Nada más que habrá un pensamiento que haga abrir las puertas del agua, y lo tienes que encontrar. Yo no te lo voy a decir.

-Vale- me metí en el agua.- Estoy preparada.

-Antes de pensar y sacar tu energía, retenla en tu cuerpo y cuando veas que esté lista para salir, sácala con todas tus fuerzas. Al principio te puede descontrolar nadar muy rápido pero después te acostumbras. Recuerda, la palabra es Viuld.
Introduje mi cabeza en el agua límpida y saboreé el frío, había estado demasiado tiempo fuera.

Comencé a divagar por mi mente en busca de algo que suponga abrir la puerta a la magia del agua.

Delfines saltando hacia la superficie para respirar y cacarear, los peces de múltiples colores nadar incansablemente por los océanos, en fin… pensé en todo lo que recordaba sobre el agua, pero no daba con la llave para abrir la puerta a la magia. De repente, mi mente me advirtió de que algo se me escapaba y ese algo eran los ninces. Al concentrarme en esa especie que me había acogido pude abrir la puerta a la magia.

Una gran fuente de energía se derramó en mi cuerpo y pude sentir que la magia fluía por mis vertebras. Concentré todo en mis extremidades y cuando creí oportuno sacarla, la saqué.

Era raro experimentar el aire en el agua, pero esa era la sensación que provocaba en mí.

Veía un mar de burbujas a mí alrededor y cuando encontré ante mis ojos las rocas, volví para dar otra vuelta. Sin embargo, la energía y la adrenalina que se consumían y la recogían el agua hacía que mi cuerpo se fuera debilitando hasta bajar la intensidad y parar.

Mi cuerpo salió al exterior y en Xania vi que su cara estaba fruncida pero no se mostraba tan enfadada como la vez anterior.

-Demasiado bien te ha salido. Todavía no sé cómo lo haces. Tengo que estudiar tu organismo. Tienes magia dentro de ti como nosotros y no eres una nince. Eres especial, demasiado especial.

Yo sonreía pícaramente. Pero mi cuerpo que antes no atisbaba ningún cansancio, se derrumbó y me caí al agua.

-Rebeca, ¿estás bien? Ya decía yo que era demasiado perfecto eso de salir ilesa de la primera vez de magia acuática.- Pude distinguir que era Xania quien hablaba y tocaba mi frente.

Me levanté lentamente y vi que estábamos todavía en el lago. Pero no en el agua, sino en la hierba que rodeaba al lago.

-Sí, demasiado perfecto para ser cierto.- Decía risueña.
Mis ojos se posaron en los de Xania y una luz de compasión se asomaba en estos.

-¿Por qué eres así conmigo?- Pregunté acariciándome mi enmarañado pelo.

- Es una larga historia… Y tú una niña muy curiosa- me regañó.

-Por favor, lo quiero saber.- Dije impertinente.

Vaciló por un instante pero se dejó llevar por mi cara reluciente a causa del agua y sonrió.

-Sólo si no se lo dices a nadie, ¿vale?

-Vale.

- Pues… Yo era una adolescente nince de cincuenta años y una vez, mientras me ahogaba en el río Multad, un hombre joven y rubio me salvó la vida. Tenía unos destellos impactantes, y su mirada era…no sabría cómo definirla, pero parecía que sabía todo cuanto tú habías vivido. Me enamoré al segundo de conocerle y no sé ni cómo ni porqué él se enamoró también de mí.

Al cumplir los cincuenta y cinco, me quedé embarazada, y mis padres querían quedarse con el bebé puesto que yo era todavía una niña. Pero ÉL hizo que nos los quedáramos y además que viviéramos en una casa en el bosque. Todo sin el consentimiento de mis padres.

Al ver por primera vez a la nince que había vivido durante un año en mi interior, distinguí unos cabellos dorados, una mirada lívida y acogedora, un cuerpecito minúsculo y unos destellos rojos significativos de carácter, me enamoré por segunda vez.

Mis dos amores vivían conmigo en una casa en el bosque. Yo era feliz, no quería cambiarlo por nada del mundo. Pero, un día… – Xania empezó a hablar con voz queda y un sollozo traspasó sus labios hasta llegar a mis oídos.- No… no sé lo que pasó…lo único que sé es que me fui a buscar hierbas curanderas y dejé a la niña con su padre, y al llegar…- Se le calló una lágrima.- Al lle…g-gar en…co…con…tré a los dos….mu-mu-muertos.

No lloró nada más que un poco, pero sí que se mostraba triste.

Yo me quedé callada y Xania prosiguió.

- No paré de llorar. Y cuando volví a mi casa junto a mis padres, éstos me convencieron de que fue obra de los Yandos. Y al morir éstos de una enfermedad, me trasladé a la residencia, donde actualmente vivo. He estado aquí cincuenta años y no he sonreído nunca. Pero cuando te vi en el barco, cuando te vi me recordaste al bebé que dejé en mi pasado. Esos ojos claros, ese cabello rubio, ese carácter tan fuerte y rudo. Me enamoré por tercera vez, y por eso quise que vinieras conmigo. Eres…Eres la luz que brilla en mi interior. Te tomo como a mi hija porque… eres igual a ella. Y te quiero. Me da igual que seas de otra especie aunque tampoco lo definiría así, pero…te quiero y quiero que seas mi hija.

- Yo nunca tuve una madre que me cuidara…y tú eres la única que me ha tratado como a una hija.- Dije en voz leve.

Xania me abrazó y me susurró “te quiero” yo también lo hice y desde entonces, se convirtió en mi madre adoptiva.

Nos quedamos sumidas en nuestro abrazo mucho tiempo, no sabría definir cuánto.
Calcularía que serían las ocho de la mañana y empezaron a venir más y más ninces.
Xania se levantó y se fundió en el agua junto a sus compañeros. Yo empecé a pensar en ella, pero ese pensamiento se desvaneció al ver a Sariña y Zaldan acercarse a mí.



-Hola Rebeca, ¿Qué haces aquí?- Era Sariña que depositó un beso de sus extremadamente gruesos labios en mi mejilla. Zaldan ni me tocó pero sí que se sentó a mi derecha, dejando que Sariña se sentara a la izquierda de mí.

-Pues me aburría en la habitación y vine aquí con Xania. ¡Es muy buena conmigo!
Miré a Sariña que miraba preocupadamente a Zaldan, y mi cabeza giró hacia él, encontrando en su cara una mueca.

-Pobre mujer…Lo ha pasado muy mal, debes de haberle salvado la vida. Nunca la había visto así con la gente. Nunca.- Dijo éste mirando a Xania.

-Me explicó lo que le sucedió. Dice que me toma como a su hija.

- ¡Eso está muy bien! Te podrá adoptar y formaréis una familia. Yo la conocí antes de que conociera a su novio. Y ahora está en la misma condición que antes de su caída. Gracias Rebeca por devolverla a la felicidad.- Dijo Sariña, tan alegre como siempre.

-De nada. Bueno, Zaldan, ¿cuándo será la próxima clase? – me volví mi mirada hacia el sitio donde se encontraba Zaldan, pero no estaba.

-Creo que Zaldan se ha mosqueado.- Dijo Sariña con voz inocente.

-¿Por qué?

-Pues, a lo mejor será porque te tiene envidia. Nunca ha tenido padres y tú acabas de encontrar uno. Es idiota, lo sé.
Asentí.

-Bueno, ¿vienes a nadar? Antes vine y te vi nadando con magia acuática, ¡lo haces muy bien para que tu especie no pueda hacer magia! ¡Te felicito!


Y otra vez nos bañamos. Esta vez me acerqué a los niños pequeños, ¡Y me adoraban aunque tuvieran mi edad!

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